viernes, 15 de marzo de 2013

EL NARCISO, COMO UN SOL TOCANDO LA TROMPETA

Es la época de los narcisos en flor. Por eso este fin de semana hemos ido de paseo por el monte para verlos, y hemos cogido algunos bulbos de ellos, para plantarlos en casa.
Había un bosque de hayas entero en el suelo de estas flores, miles de narcisos... y en los prados también había muchas más de estas flores amarillas.
Nos hemos hecho un montón de fotos. Luego, en este hayedo también nos hemos enterrado en las hojas del suelo... y al levantarnos hemos hecho una secuencia fotográfica, como si se tratara de una película, de una cámara de vídeo.
Lo bonito de los narcisos es que tienen una forma muy rara... a mi recuerdan a un sol con una trompeta.

4 comentarios:

  1. Qué chulas las fotos... La más guapa la que estás enterrado en hojas jejjee. Buen trabajo Lukas, y buen trabajo también de tu padre :-)

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  2. Hola, Lukas... Tu entrada tan chula me ha recordado un artículo que preparé hace tiempo para la "Zona Verde" de tu padre... Mira, aunque sea largo, te lo cuelgo por aquí:

    "Narcisos en Añisclo"
    Heraldo de Huesca, 17 de junio de 2008
    Alberto Martínez Embid

    ¡La sabiduría de nuestros ancestros…! Con frecuencia, apuntamos hacia supuestos errores de quienes nos precedieron para señalar los desastres de la deforestación aragonesa. Sin embargo, ocultos en textos variopintos, aparecen testimonios sobre ciertas iniciativas de nuestros abuelos, preocupados por no esquilmar lo que les brindaba la naturaleza. Mera cuestión de aprovechamiento sensato de los recursos…
    Hoy, hemos de viajar hasta el Sobrarbe de finales del siglo XIX. En el año 1890, el pirineísta inglés Charles Packe se interesó por el, hasta entonces, semidesconocido valle de Añisclo. Aunque no era tal para sus moradores, el curso del Bellós se materializaba como una suerte de terra incognita para los exploradores llegados desde otras tierras. En cualquier caso, este británico y otro camarada accederían desde el norte hasta la cabecera del tajo. En la Fon Blanca, acertaron a contactar con un joven pastor: los extranjeros no dejarían de sorprenderse al saber que el muchacho vivía allí durante todo el verano junto a otro colega. De vez en cuando, uno descendía hasta las zonas bajas para conseguir hogazas de pan, lo que constituía, junto con la leche de oveja, su único alimento. Por atender un rebaño de novecientos corderos durante los tres meses estivales, percibían el equivalente a 160 francos, una cantidad no demasiado holgada. Tras conocer las penalidades del oficio, los turistas continuarían su reconocimiento del valle de Añisclo…
    Poco más arriba del barranco de la Pardina, en el sector de los grandes herbazales, Packe y su amigo observaron unas plantas de narcisos cuya floración había pasado ya: fervientes botánicos, no pudieron evitar desenterrar algunos bulbos con sus piolets. Al momento, se materializaría ante ellos un guarda con escopeta, quien quiso llevarles arrestados hasta Fanlo. No obstante, el enfado del aragonés se atenuó al constatar que aquellos visitantes sólo se llevaban doce ejemplares. Al parecer, en el valle estaban escandalizados por los espolios de bulbos de narcisos de sus antecesores: cierto mister Barr había arrancado “millares, destruyendo la hierba”. La salvaguarda de los pastos impuso contratar vigilancia…

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  3. Bueno! Después de todo el sitio que ha ocupado Alberto, no sé si me queda a mí un hueco para escribir algo!
    Sólo te quería decir, Lukas, que son preciosas las fotos con los narcisos, y que me encanta la que papá te besa, y la que estás como una setita entre hojas. ¡qué risa!
    Un besote cariño.

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  4. Jolín, que lugar tan bonito y especial!!!Podrías compartir conmigo el lugar?Me encantaría darme un baño de flores!!!!

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