Para entrar allí uno tiene que atravesar un tubo de hormigón que hay debajo de la carretera, y luego hay que bajar por un tobogán de roca que es muy, muy estrecho.
Esta es una cueva en la que hay que arrastrarse mucho, y en la que hay que pasar por agujeros y sitios muy justos... pero como yo soy pequeño pasaba bastante bien.
Fui equipado como un auténtico espeleólogo, con casco, un mono que me dejó Marisa, rodilleras y un frontal guay que me han regalado los yayos.
La cueva por dentro era muy chula porque tenía un montón de estalactitas, estalagmitas, cortinas y unas formaciones blancas muy fágiles que eran como cristalitos.
Dentro, de fauna, tan sólo vi un murciélago.
Ahí dentro uno se siente como si fuera un topo. Me acordé de Diglett, uno de los Pokemon... que aquí lo podéis ver saliendo de su agujero.
Qué maravilla Lukas, todavía estoy impresionada, no solo por la cueva si no por tu valentía. A mí, ni a empujones me meten ahí...;)
ResponderEliminarBesicos!
Titina, gracias. Lo de los empujones me ha hecho gracias. Besos. Con cariño.
ResponderEliminarLukas.