Un pastor de la laguna de Gallocanta me habló de las liebres. Que se encamaban en el suelo, haciendo un hueco, una cama en la que se agachan. Y me contó que él las cogía vivas. Que les ponía el pie encima con cuidado, que las pisaba sin hacerles daño. Y que luego, después, las soltaba.
Y yo entonces dije: "Pues a ver si vemos nosotros una liebre así".
Mi padre y Roberto me dijeron que eso era muy difícil de ver y de encontrar.
Pero ese mismo día, qué casualidad, yendo con el coche por un monte vimos a lo lejos una liebre. Estaba fuera de la pista para que no se le viera. Poco a poco nos fuimos acercando. Y ella poco a poco se fue agachando, camuflándose.
Le estuvimos haciendo fotos. Mi padre con su cámara (foto de arriba) y yo con la mía que es una compacta (las de abajo).
La tuvimos muy cerca. Me dijeron que intentara ir a cogerla. Pero no pude. Se escapó. Al hacer tantas fotos, se entero e hizo "fiuummmm"... y salió corriendo.
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