
Me han dicho que por la zona se escribió un libro llamado "La lluvia amarilla".
Y os cuento que hace mucho tiempo, cuando mi yayo era un niño como yo, las gentes de Escartín se marcharon de aquí, se fueron a las ciudades... para siempre. Entonces no había ni carreteras, ni coches, ni luz... sólo sendas, mulos y velas.
El pueblo es superbonito... pero da un poco de tristeza ver todas esas casas y esas bordas tan bonitas así, en ruinas.
Si hacéis esta excursión fijaos en las chimeneas que aún quedan en pie, que son muy chulas. También os podéis fijar en la herrería, que dentro de ella ha crecido un árbol.
En el río Forcos podréis deteneros a mojaros los pies, y podréis buscar renacuajos y observar algunos zapateros... y en algunas partes del camino de bajada desde Bergua veréis las piedras y los troncos todos cubiertos de musgos verdes, que recuerdan a una selva.
A quien sí que me he encontrado de camino es a unas ranas pirenaicas (que están en peligro de extinción) y a un par de tritones pirenaicos (incluyendo una cría dentro del agua).
Volviendo a Bergua... casi, casi nos coge la lluvia. Pero no nos hemos mojado... Ufff.

